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Urbanidad desde un enfoque regional

Gran Resistencia y Gran Corrientes: la necesidad de normativas y órganos de gestión a nivel de metrópolis

Gran Corrientes, con 358.000 habitantes, representa el 36,2 por ciento de la población provincial.
El Área Metropolitana del Gran Chaco, con 385.726 residentes, contiene el 36 por ciento de la población chaqueña.
Distintos aspectos sobre estas regiones metropolitanas fueron abordados en líneas de investigación desarrolladas desde la UNNE en torno a estos espacios urbanos, así como en numerosas publicaciones.

El crecimiento de áreas metropolitanas es un fenómeno creciente en Argentina, y las regiones del Gran Resistencia y Gran Corrientes se consolidan como espacios que integran varias ciudades, aunque con escaso respaldo de normativas o instrumentos de gestión que superen la mirada “municipal” y contemple la noción de “ciudad-región”.

Cada mes de octubre, la organización “ONU-Habitat” gestiona numerosas actividades, eventos y debates sobre sostenibilidad urbana, como una oportunidad para que personas de todo el mundo se unan a la conversación sobre los desafíos y oportunidades creadas por el rápido ritmo de cambio de nuestras ciudades y comunidades.

En adhesión al mes “Octubre Urbano”, el Departamento de Comunicación Institucional del Rectorado de la Universidad Nacional de Nordeste (UNNE) consultó con las arquitectas Silvina López y Venettia Romagnoli, respecto al crecimiento como región metropolitana que experimentan el "Área Metropolitana del Gran Resistencia", y más recientemente el “Gran Corrientes”.

Distintos aspectos sobre estas regiones metropolitanas fueron abordados en líneas de investigación desarrolladas desde la UNNE en torno a estos espacios urbanos, así como en numerosas publicaciones.

En un trabajo reciente, “La dimensión regional del proceso de urbanización. Configuración del territorio de la ciudad – región. AMGR y Gran Corrientes”, ambas investigadoras ponen énfasis en la necesidad de “actualizar” las nociones desde las que se gestionan estas áreas y avanzar en el desarrollo de estrategias político-administrativas para la constitución del territorio de la ciudad-región.

Silvina López es investigadora del Centro de Geociencias Aplicadas (CGA) de la UNNE y docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU); Venettia Romagnoli, también docente de la FAU-UNNE, es además integrante del Instituto de Investigación y Desarrollo en Vivienda (“IIDVi”, FAU) y del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo Territorial y del Hábitat Humano (“IIDTHH”, UNNE-CONICET).

Fenómeno creciente

Para contextualizar la situación de las áreas metropolitanas concentradas en torno a las capitales de Chaco y Corrientes, en la mencionada publicación las investigadoras expusieron que se enmarca en un fenómeno creciente en distintas regiones del país.

Es que, en Argentina, según mencionan, el proceso de desconcentración poblacional desde 1970, produjo el crecimiento de ciudades intermedias extra-pampeanas, que en muchos casos se convirtieron en nodos regionales por su rol en la estructuración del territorio.

Entre ellas, se encuentran Resistencia y Corrientes, localizadas muy próximas entre sí y de similar tamaño poblacional, consideradas en el sistema urbano argentino como aglomeraciones de tamaño intermedio, ATIs intermedias (de 100.000 a 399.000 habitantes), según la clasificación que toman las investigadoras.

Ambas ciudades intermedias, se han transformado en ciudades metropolitanas, es decir, un espacio urbano sobre un territorio pluri-municipal (de varios municipios), vinculado funcionalmente, y que es continuo como en el caso del Área Metropolitana del Gran Resistencia (AMGR), o discontinuo como en el caso del Gran Corrientes.

Es que no es solo la continuidad espacial (o conurbación) lo que define a una ciudad metropolitana, sino las dinámicas urbanas, vinculaciones y movilidades que resultan de las actividades comerciales, educativas, de salud, del mercado laboral, del mercado inmobiliario, entre otros.

Entre estas dinámicas, un indicador muy importante a considerar es la movilidad residencial de habitantes de las ciudades centrales hacia su entorno circundante. Esto ocurre cuando habitantes de una ciudad trasladan su residencia a otra ciudad próxima, o a una localidad de menor tamaño, pero mantiene sus actividades en la ciudad de origen, generando una movilidad cotidiana.

Cuando estas dinámicas vinculan asentamientos urbanos, rurales y espacios de transición, en un complejo sistema territorial, se genera una región urbana, una configuración urbana que se da en la actualidad a nivel global.

“Ciudad-Región”

Así, la “región urbana” o “ciudad-región” es aquella que se estructura en torno a ciudades estratégicas (incluyendo a las intermedias) que ejercen influencia sobre una región determinada, generando una formación espacial que incluye núcleos urbanos de distinto tamaño, áreas peri-urbanas y rurales.

Esta visión se puede reconocer en el modelo actual del territorio planteado en el Plan Estratégico Territorial de la Argentina desde el Avance 2008, en el que el AMGR y el Gran Corrientes fueron clasificadas como regiones metropolitanas del país, que en conjunto conforman uno de los núcleos estructurantes del territorio nacional.

Hoy entre ambas áreas metropolitanas articulan una región urbana que concentra cerca de un millón de habitantes, un territorio a desarrollar que exige modelos de gestión, conceptos e instrumentos de planeamiento y participación, y políticas urbanas innovadoras, según consideran las arquitectas López y Romagnoli.

Evolución histórica

Para describir la situación actual de estas metrópolis, es importante analizar su evolución.

Desde 1970, se inicia un periodo de rápido crecimiento de las ciudades intermedias en la Argentina, debido a que parte de la migración campo-ciudad empezó a dirigirse a las ciudades intermedias, en lugar de hacerlo hacia las metrópolis nacionales como Buenos Aires y Rosario, que era la tendencia hasta entonces.

En la misma década, en 1973, se produjo además un punto de inflexión con la inauguración del puente Gral. Belgrano y las obras de accesos y vinculaciones, que configuraron la estructura vial principal del actual territorio, y determinaron un aumento cada vez mayor de las relaciones entre ambas ciudades.

Las ciudades tuvieron un aumento de población muy importante entre 1970 y 2001, Corrientes prácticamente duplicó su población entre los censos de 1970 y 1991, mientras que Resistencia creció una vez y media entre 1970 y 2001.

Por otra parte, en las localidades del área de influencia de ambas ciudades, el mayor aumento poblacional se produjo entre 1991 y 2001, tal como ha ocurrido en el país en las localidades pequeñas próximas a las ciudades intermedias. Si bien el crecimiento cuantitativo fue pequeño, ya que se trata de localidades de menos de cuatro mil habitantes, en algunos casos han duplicado su población.

El AMGR se constituyó institucionalmente en 1979 por Ley Provincial 2406, y con el tiempo las ciudades que la integran configuraron una única mancha urbana, aunque la ciudad de Resistencia mantuvo la centralidad financiera, comercial, laboral, administrativa, educativa, recreativa, y el municipio de Resistencia concentraba al 2010 el 75 por ciento de la población del área metropolitana.

En cuanto al Gran Corrientes, desde el 2001 se considera como tal a los efectos estadísticos y censales, al conglomerado constituido por la ciudad de Corrientes Capital y las localidades del Municipio Capital. En los últimos años se ha utilizado esa denominación para incluir además a las localidades de Santa Ana de los Guácaras y Riachuelo.

El Gran Corrientes no configura un continuo urbano, aparecen áreas periurbanas y rurales intermedias entre las localidades con distinto grado de consolidación y cantidad de población, y el Municipio Capital concentraba al 2010 el 98 por ciento de la población.

Existe un gran intercambio entre las dos ciudades, debido entre otros factores a la complementariedad comercial, de servicios de salud y educativos, a la distribución de las distintas Facultades que conforman la Universidad Nacional del Nordeste, y actividades recreativas y culturales, lo que genera una movilidad permanente que se evidencia en el intenso flujo diario.

Si bien el crecimiento poblacional fue disminuyendo, en 2010 las áreas metropolitanas representaban más del 36 por ciento de la población provincial, el Gran Corrientes de 358.000 habitantes representa el 36,2 de la población de Corrientes, y el AMGR de 385.726 habitantes el 36 por ciento de la población del Chaco.

Las áreas metropolitanas presentan en general mejores condiciones de vida que sus respectivas provincias, aunque deficitarias en el contexto nacional, y con estratos sociales vulnerables en amplias zonas de ambos conglomerados.

En cuanto al área de influencia directa de ambas ciudades metropolitanas, en torno a los 20 y 50 kilómetros, se localizan localidades con escasa población, alto porcentaje de población dispersa en el área rural, y baja complejidad de actividades urbanas, que se vinculan cada vez más estrechamente en las dinámicas urbanas antes descritas.

Es el caso de las localidades de Paso de la Patria, San Cosme y San Luis del Palmar en Corrientes, y, Puerto Tirol, Colonia Popular, Laguna Blanca, Colonia Benítez y Margarita Belén en Chaco, que, si bien su relación más estrecha es con la ciudad metropolitana provincial, establecen vinculaciones con ambas ciudades capitales.

El territorio administrativo

Según remarcan las arquitectas López y Romagnoli, contrastando la dinámica territorial con las limitaciones de tipo político-administrativas y el marco normativo, se pudo identificar como problemática central el desigual nivel del marco normativo.

Se observa que en el caso de los municipios de Resistencia y Corrientes aparecen todos los niveles de normas (Carta Orgánica, Código de planeamiento Urbano y Ordenanzas), mientras que en el resto de los municipios esto no ocurre y se producen vacíos en la regulación de cuestiones territoriales sobre todo las relacionadas con las áreas peri-urbanas y rurales.

Pero a pesar de las regulaciones, “los procesos analizados de expansión aparecen como resultado del funcionamiento del mercado inmobiliario en el que la rentabilidad del suelo para usos residenciales presiona sobre el uso productivo modificando el uso de suelo rural a urbano” sostienen.

En esa línea, se halla adecuadamente definida la injerencia y autoridad jurisdiccional de los distintos organismos responsables, sin embargo, no se establecen las formas de articulación para la gestión y la planificación del territorio metropolitano y regional.

“Los procesos de expansión urbana analizados y sus problemáticas y efectos, hacen necesario abandonar la idea de los límites de lo urbano, lo periurbano y lo rural como algo físico y definible, y en su lugar reconocer procesos territoriales” remarcan.

Acotan que el espacio urbano pluri-municipal conformado por el AMGR y Gran Corrientes constituyen una unidad funcional, con una superposición de distintas jurisdicciones (los municipios) no coordinadas, con atomización de autoridades de diversos niveles de gobierno.

Por esta razón y por el peso de las capitales provinciales, éstas presentan un nivel de organización muy superior a las otras ciudades que conforman las áreas metropolitanas, lo que resulta en una desigual capacidad de gestión del territorio.

Nuevos enfoques

“En este contexto, la región urbana, ciudad-región de gran complejidad que se configura espacialmente entre ambas áreas metropolitanas parece presentar un escenario futuro promisorio para el desarrollo territorial conjunto si se logran superar los obstáculos que hoy presentan los marcos normativos y sobre todo la inexistencia de los órganos de gobierno y gestión conjuntos (supramunicipales, metropolitanos y regionales)” consideran.

Para finalizar, exponen que lo observado en el caso del “Gran Resistencia-Gran Corrientes” obliga a explorar las posibilidades de avanzar en el desarrollo de estrategias innovadoras político-administrativas que aporten a la constitución del territorio de la ciudad-región, como alianza virtuosa que potencie el desarrollo conjunto de áreas metropolitanas localizadas en provincias pobres y periféricas, fuertemente condicionadas y determinadas por un sistema territorial nacional fuertemente centralizado y desigual.

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